Begoña

"Esta es mi vida y mis consecuencias de las enfermedades que tengo en casa..."

Me llamo Begoña Ortega Quiros, tengo 70 años y nací en La Granja de San Ildefonso. Estoy casada y tengo tres hijos, el mayor vive con nosotros y tiene 46 años, regresó de Sídney y le cogió la pandemia, es guía turístico, y ya está. El segundo está casado y es abogado. 

Luego está Begoña, de 42 años, enferma de esclerosis múltiple y de epilepsia desde los 18 años. Ella estaba en la universidad estudiando Ingeniería Forestal y al segundo año lo tuvo que dejar porque la enfermedad era muy virulenta. Yo me encargo de ella, va a la Fundación de Esclerosis de la Comunidad de Madrid.

Depende de mí para todo, mi vida se centra en su cuidado y estar pendiente de sus revisiones. También he de contaros que desde hace 14 años mi marido tiene leucemia linfática crónica. Por supuesto, ha pasado por muchos ingresos y ha estado en situaciones muy delicadas. Ahora está en revisiones continuas, también necesita de mis cuidados.

Espero no haberme extendido mucho. Esta es mi vida y mis consecuencias de las enfermedades que tengo en casa.

Sobre la pieza sonora

En las grabaciones de Begoña hay una especie de oleaje, un cierto ritmo en el que habla de cosas positivas y de buenos recuerdos que suelen derivar hasta contraponerse con un presente más difícil y, de alguna manera, más triste. Es una especie de movimiento continuo en el que se pasa de lo positivo a lo negativo, del pasado al presente. Javier se fija en la obra Estoy sentado en una habitación, del artista sonoro Alvin Lucier, en la que el artista se graba a sí mismo recitando un texto que habla de estar sentado en una habitación. El artista reproduce la grabación en la misma habitación y vuelve a grabarla, y así unas cuantas veces, hasta que el sonido se va degradando con cada capa de grabación y solo queda un sonido completamente abstracto. Este mismo proceso lo aplica Javier a los testimonios de Begoña, y por eso podemos escuchar que su voz se pierde, que comienzan unos ecos para luego volver a oír su voz, que termina perdiéndose en esos ecos hasta convertirse en una música cacofónica.
Toda la pieza pretende ser una especie de idas y vueltas, un oleaje. Tras una serie de disculpas y de palabras que hacen ver la conciencia de sí misma, aparece el sonido de una multitud como oposición a la necesidad de estar sola y de no escuchar a nadie ni a nada. La pieza termina igual que como empieza: con las primeras frases enunciadas por Begoña, haciendo hincapié en el ritmo circular de la propia obra que se disuelve en una frase que mira hacia el futuro con un mensaje positivo.

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