Pilar

"Mi madre vivía cerca de Toledo y solo pude ir durante un período de mi vida, por las tardes"

Mi nombre es Pilar Lozano Pelaez. Tengo 73 años. He estado fastidiada desde que tuve el Covid, lo tuve al mismo tiempo que mi marido. Yo me recuperé y él falleció. Vivo sola en casa. Mis hijos viven en su casa y me vienen a ver, o yo los visito. Y así voy, hay días que voy bien, y días peores. El fallecimiento de mi marido ha sido un golpe muy duro porque tenía mi vida hecha con él. Luego la mano, tuve el túnel metacarpiano, que me tuvieron que operar. De la primera operación me recuperé enseguida pero esta última me duele más.
Trabajé antes de casarme y también después.
Como tardé 10 años en tener a mi niño mayor, trabajé en una tienda de muebles, en Camino de Leganés.
Pero cuando tuve al segundo hijo ya no podía trabajar y me quedé 
en casa. 
En mi tiempo libre me gusta mucho hacer ganchillo, me sirve como distracción. Hacía monederos. Ahora no puedo porque es un movimiento circular y no puedo con la mano operada. Me gustaba mucho escribir pero últimamente no tanto.

La época de Cuidadorxs Invisibles fue muy buena y escribí bastante. Ruben, mi hijo menor, tuvo Covid, luego trombosis y se va recuperando lentamente. Yo lo acompaño y ahora que yo fui operada, él me ayuda a mí. 
De más joven, cuidé a mi tía, que se casó y no tuvo hijos. Sus sobrinos éramos como sus hijos y yo era la que vivía más cerca de su casa. Ella vivía enfrente de la Asociación Pradera Tercio Terol, de Carabanchel. Yo pasaba a diario, le hacía la compra, la atendía, por las mañanas. Ayudaba a la cuidadora que le habían enviado del ayuntamiento. También la acompañaba al hospital y le hacía las tareas del ayuntamiento. Luego, ella empeoró y no comía, era un poquito rebelde. La trasladaron a una residencia en Sevilla la Nueva, que consiguieron a través de los servicios sociales. Allí estuvo menos de dos años. No tenía una enfermedad especial, solo que desde joven era muy débil y no iba al médico. Falleció su esposo y fue un golpe fuerte para ella. Murió con 93 años. Hice más por mi tía que por mi madre.
Mi madre vivía cerca de Toledo y solo pude ir durante un período de mi vida, por las tardes. 

Sobre la pieza sonora

Esta pieza sonora es la traducción del testimonio de Pilar, un material lleno de imágenes, recuerdos y experiencias compartidas a lo largo de las diferentes actividades del taller.
Un sonido de grillos es el comienzo y cierre de la pieza. Son los grillos del parque de San Isidro que Pilar escucha desde su casa y cuyo sonido la relaja mucho.
Del parque nos trasladamos a su cocina, donde ella misma trata de sintonizar la radio, comparte una serie de mediciones y enumera los elementos de una habitación.
Los números aparecen con frecuencia en el material generado por Pilar.  
Una habitación soñada aparece sonando simultáneamente a la habitación en la que Pilar desarrolló su tarea como cuidadora; la amplificación del sonido del batir huevos de su receta de torrijas suena junto con el de unas castañuelas extraídas de una jota aragonesa. La jota de sus Pirineos queridos, de su Casa  de Aragón y de la tierra -oscense- de Javi. 
Estar en una cueva oscura pasa a unas imágenes más oníricas: un sonido burbujeante que es la erupción de un volcán en un sueño o en una visión relativa al taller de María Jerez. Los chirridos del puente de madera que Pilar atraviesa en su ensoñación, bajo las telas, en el ejercicio propuesto por María, junto al burbujeo del aceite friendo unas torrijas que Javier replicó en su cocina siguiendo la receta de Pilar. Todo termina con un nuevo sonido de radio y con la canción Compuesta y sin novio en la versión de Juanita Reina que Pilar escogió para cantar en el taller de Su Garrido Pombo. La canción desaparece, fundiéndose con el sonido de los grillos del inicio: ese sonido de paz y esa despedida

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