Silvia

"Además de cuidar, sí he tenido otro trabajo, con mi edad no queda otra más que compatibilizarlos"

Soy de Madrid, tengo 38 años. Me gusta mucho viajar, tanto a la montaña como a la playa, me gusta muchísimo hacer senderismo. A mi chico también le encanta y suele ser nuestro plan de fin de semana y vacaciones. También hago yoga desde hace varios años. Disfruto ir al teatro, escuchar música, ir al cine y verme con amigxs.
Además de cuidar, sí he tenido otro trabajo, con mi edad no queda otra más que compatibilizarlos, aunque cueste. Trabajo mucho con niños, estoy estudiando Educación Social y ahora estoy en un programa por las tardes de servicios sociales, de apoyo. Me dedico a eso mientras estudio la universidad a distancia.

Cuido a mi madre, Natividad, desde hace unos 8 años. Ella tiene un deterioro tipo Alzheimer, según el diagnóstico. En los últimos dos años tuvo un deterioro mayor y tiene dependencia total. No vivo con ella, sino que hay un par de personas internas que la cuidan y yo soy su otra cuidadora. 
Al comienzo de la enfermedad contacté con la Fundación Alzheimer de España, que organizaba reuniones mensuales con familiares de enfermos de Alzheimer. Con la guía de un neuropsicólogo hacíamos terapia, que nos ayudó mucho. Ahora con la pandemia eso se frenó bastante. Luego mi madre va a un Centro de Día, eso también es un apoyo.

Sobre la pieza sonora

La pieza empieza con un par de sonidos simultáneos: el sonido percusivo de una figurita que Silvia tiene en el frigorífico, y un zumbido que aparece en paralelo con la canción Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat, que empieza con ese violín muy agudo y una percusión con una especie de shaker. Después pasa al sonido del cuenco tibetano que Silvia tiene en casa y que suele utilizar para meditar porque la relaja. Es por ese sonido del cuenco que Javier tomó la decisión más radical de la pieza: seleccionar los sonidos de las sílabas que Silvia alargaba entre explicación y explicación en sus audios de WhatsApp. Las pausas, tan características en el hablar de Silvia y tan sugerentes en lo sonoro, son la base de esta composición. En lugar de lo verbalizado, Javier aísla esas pausas para quedarnos con esas sílabas que nos llevan  a pensar en el trabajo de ciertas autoras del arte sonoro y de la música experimental como Fátima Miranda y, sobre todo, la cantante de vanguardia Joan La Barbara. 

La pieza continúa con un fragmento del audio de la madre de Silvia cuando hizo el taller con las telas de María Jerez y con los sonidos que relajan a Silvia y que le gustan especialmente: el borboteo del agua hirviendo en una tetera, el sonido de la cafetera. Sigue un crescendo o subida de una interpretación de la saeta de Joan Manuel Serrat tocada por una banda de cornetas que, cuando parece que va a arrancar de verdad en una especie de explosión sonora, termina con una risa  de Silvia extraída de uno de sus audios que nos pareció un final muy bonito y muy positivo, claro que sí.

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